miércoles, 10 de marzo de 2010

Por qué las docentes se vuelven locas

10-03-10 | Reflexiones, por Marcela Isaías / La Capital

A principio de este año un mensaje recorría los correos electrónicos bajo el título "Por qué las docentes se vuelven locas". En pocas líneas describía situaciones cotidianas con las que cualquier maestro o directivo bien puede identificarse y desde ya –según se prolongue la situación– enloquecer. No escapan a los ejemplos el padre que se acuerda de investigar por qué su hijo repitió de grado un día antes de empezar el nuevo ciclo lectivo, o la maestra que trata de ponerse de acuerdo con sus compañeras para que no le toque siempre el salón que se llueve; mientras que la portera avisa que los baños están sin agua.

En el medio, la directora debe indicar con carácter de urgente a través del nuevo sistema informatizado la cantidad de alumnos y "situación de revista" de sus docentes. Falta agregar que a la escuela le terminan de robar las computadoras. Y, ya que está, de acordarse de avisar a sus maestras que habrá "reunión plenaria" para discutir un documento que bajó del Ministerio sobre "Cuál es el sujeto educativo del bicentenario".

Nada exagerado ni disparatado. En las escuelas la realidad supera ampliamente a la ficción. Relatos como el anterior pueblan la educación provincial en todos los niveles de decisión. Docentes y directivos aprenden a convivir con situaciones similares, aunque cada tanto hagan un alto para preguntarse: "¿No me estaré volviendo loca?". Es, después de todo, un mecanismo de defensa, para hacerle frente a tanta negligencia suelta, marchas y contramarchas de disposiciones, decretos y resoluciones donde la palabra del que tiene las manos en la masa todos los días no siempre es advertida.

Ausencias. La medida de "dar por concluida la experiencia de educación especial para adolescentes y jóvenes en la educación secundaria" (según dice la resolución 2152 del 28/12/09) que desarrolla la Escuela Nº 513 está teñida de ausencias, pero sobre todo de esas negligencias y desprolijidades administrativas que impactan directamente en el bienestar de quienes aprenden, acompañan esos aprendizajes y enseñan.

El principio inclusivo de la ley de educación nacional (aprobada en 2006) es uno de los límites que regula qué se hace para garantizar la escolaridad a niños y jóvenes con necesidades educativas especiales. De ahí en más la discusión está abierta y muestra que aún hay mucho por andar en un terreno donde no puede haber definiciones únicas, en particular en la educación secundaria obligatoria para adolescentes con distintos padecimientos.

Experiencias exitosas. Santa Fe se ha caracterizado por ser una provincia donde los docentes han ido muchas veces un paso más adelante que las "normas vigentes". No sin costos.

Se sostienen todavía iniciativas de vanguardia como el "Proyecto 13" para la escuela secundaria, creado cuando las tutorías (ahora es lo novedoso) eran todavía un concepto de manuales de pedagogía.

También hay escuelas que trabajan con un régimen de "promoción no graduada", donde los chicos no pasan de grado sino de niveles. O bien existe en Rosario aquella escuela media para adultos (Eempa) que sumó jóvenes sordos e hipoacúsicos a sus clases (va por el segundo año de graduados). El detalle es que como el Ministerio de Educación nunca les reconoció las horas cátedra de los profesores de lenguas de señas, los docentes no aflojaron y las consiguieron a través de un convenio con la Municipalidad de Rosario.

En fin, algunas de las iniciativas que honran a la educación pública nacidas de la porfía educadora.

Preguntas. Y entre ellas también está la de la escuela, servicio o experiencia _ el término aquí parece ser lo de menos_ surgido del estudio y trabajo de más de 10 años de un grupo de profesoras de educación especial. El mismo dio lugar a un proyecto para que –ley de educación nacional en marcha– se garantizara el secundario obligatorio.

El proyecto se corporizó en un lugar físico (Paraguay 626) y alcanzó el rango de escuela (en 2008/decreto 1034), a la que se le otorgaron horas cátedra de profesores de educación media y de especial para trabajar en conjunto.

El trabajo de esa escuela (o servicio o experiencia) es acompañar a cada chico en su proceso de aprendizaje, según sus posibilidades. Nada fácil. Avanzó y en menos de dos años sumaron de 22 a 70 adolescentes, todos con alguna discapacidad para atender.

Algo diferente a la "normativa vigente" que reconoce para los adolescentes santafesinos con discapacidades la formación laboral.

La decisión de "dar por concluida la experiencia" o "cambiar de formatos" –eufemismos para no hablar del cierre de esta escuela– encierra varias preguntas por develar: ¿Por qué se da por concluido lo que existe en el ámbito púbico y se sostienen las experiencias similares del Colegio La Salle y de la Escuela Nicolás de Tolentino, que son del ámbito privado y reciben el 80 por ciento de subsidio estatal (según datos del Spep)? ¿Por qué si la resolución 2152 que firmó Rasino dice "…establecer que la escuela secundaria Nº 513 con sede en el mismo edificio se regirá por el reglamento de escuelas medias y técnicas", el comunicado oficial de prensa enviado el lunes 8 a este diario informa que "el establecimiento (513) funciona desde el comienzo de este ciclo lectivo 2010 en avenida Perón 5470"?

Y, entre tantas otras cuestiones, también se podría preguntar: ¿por qué la directora provincial de Educación Especial, María Elena Festa, indicó en una entrevista a lacapital.com.ar (el 2/3/10) que se creaba un "servicio pedagógico especial" en el edificio de Paraguay al 600, "pero sin alumnos", ahora el mismo comunicado del lunes pasado afirma: "El Servicio Pedagógico Especial desempeña sus tareas en el mismo lugar (Paraguay al 600) y atendiendo los mismos alumnos que venían asistiendo hasta 2009, tanto los integrados a la educación secundaria común como aquellos que necesitan una preparación previa para dicha integración. A tal efecto, se destinan más de 90 horas cátedra para tutorías, coordinación y educación especial comprendidos en este servicio?".

Si la movida de los padres, docentes, gremio, Defensoría del Pueblo y diputados provinciales que se produjo en estos días sirvió para que la situación empiece a mirarse con otra lente, bienvenida sea.

No será la primera vez que haya que admitir que las decisiones en educación deben ser discutidas en especial con quienes llevan adelante los proyectos y están todos los días en las escuelas, creciendo, aprendiendo, equivocándose y, por qué no también, corriendo el riesgo de enloquecer en la bella tarea que es educar.


Sugiero leer como antecedente:
Una alegría que "cambia de formato"
Funciona en Rosario la primera escuela secundaria especial

27-09-08 | Por Marcela Isaías / La Capital

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